Ellas son las culpables de todo. De llorar.
Y que bien sentaba escuchar “nosotros somos dos, y ellos tiene celos”, y creerte protagonista de miles de canciones con final feliz, que bien sentaba.
Supongo…, y espero.
Y aún así, hay gente que se disfraza de filósofo, inmerso en un mar de preguntas llenas de florituras que escriben para los demás, con el fin de enseñar sus “obras” fingiendo avergonzarse de ellas, para recibir elogios de respuesta.
Y no entiendo tampoco (quizá el problema sea mío por poco entendedora) todo el que va de idealista moderno. Esos falsos filósofos, preocupados por un mas allá, en el que realmente solo se ven ellos. Su ego es tal, que en toda esa capacidad de evasión que buscan y creen encontrar solo se ven a sí mismos. “Mis zapatos, mis pantalones, mi peinado”, camuflado en “mis problemas, mis preocupaciones, mis angustias” Claro, esto último queda mucho mejor. Pero sea lo que sea, siempre un Mis y nunca un Tus.
Y aún así, mientras esta bola de cristal está al borde de una mesa, a un suspiro de ESTAMPARSE, esos son tus problemas.
¿Qué puedo hacer por el mundo? Vaya, se les había olvidado preguntárselo. Sé tú. Sin maquillar. Con sentimientos a flor de piel, y viendo las cosas como son, enfrentándote a tus problemas, y no convirtiéndolos en cotilleos de palacio. Deja de ser quién no eres. Eso es lo mejor que puedes hacer por el mundo.
“Ten cuidado con la bola de cristal, te recuerdo que vives dentro de ella”
Free CursorsMyspace LayoutsMyspace CommentsSe protagonista de tu historia, eso me enseñaron una vez. Y si, sin lugar a dudas, es lo que hay que ser. No dejar que nadie te quite ese puesto, cada uno su vida, cada uno su historia.
Pero a veces, resulta demasiado complicado apartar tus miedos, y evitar que los problemas de otros se hagan tuyos.
Si mi vida gira en torno a otros, ¿Cuándo llega mi momento? ¡NO! Yo, en mi vida.
Aún así, tanto intentar cuidar de los demás, pero ¿Quién me cuida a mí?
Diminuta. Diminuta en un mundo de gigantes. En el que la gente pasa, y tú, desde abajo miras, sin saber que hacer, indefensa. Cazando los problemas de todos para solucionarlos, pero hoy, es hora de cazar los míos.
Pero ahora… ¿Seré capaz? Cambiar mi vida de norte a sur, en lo que dura un suspiro. Así, de repente.
Poco a poco, mejor, poco a poco.
Y recuerda, que nadie te ate
-Una puerta
-¿Una puerta?
-Así es.
-¿Hacia dónde?
-Que pregunta tan absurda.
-¿Debería de saberlo?
-Claro. Todos deberían de saberlo.
-Yo no lo se.
-Si, si lo sabes. Cierra los ojos. Piénsalo. Es muy fácil.
-Vamos, no seas tonta, dímelo.
-Está bien. Esa puerta que ves, es la puerta de escape. Pero no puedo decirte hacia dónde da. Ya que la puerta que tú ves no es la misma que la que yo veo. Cada uno tenemos una puerta, que conduce hacia donde nosotros queramos.
-¿Y por qué nunca antes la había visto?
-Muy sencillo. Por que ahora, y solo ahora, crees en ti y eres tu misma. ¿Cómo pretendes tener una puerta hacia otro mundo sin ni siquiera saber quien eres en este?
-Entonces, ¿ahora puedo usar esa puerta siempre que quiera?
-Siempre que creas en ti.
-Y en tu puerta… ¿Qué hay?
-Un mundo lleno de rincones. Rincones que consiguen evadirme.
Y la aprendiz cerró lo ojos, y apareció encima del felpudo, justo enfrente de la entrada hacia alguna posibilidad de escape. Y desde la orilla de aquella cala, se vio cerrarse su puerta, y desaparecer.
"Sentada frente al mar, mientras el mundo gira"