Me tiré con un pincel hacia el papel y puse escape

Los poemas tendrán vida y el solista te los vendrá a contar.

domingo, 27 de noviembre de 2011

La pareja tóxica.

Esa sensación de no querer ser una más. Cuando quieres ser especial, y no lo eres. O cuando solo quieres un hueco. Un hueco y nada más.

Pero al mirar te das cuenta de que está todo completo, no queda ni un solo sitio y el avión va a tener que despegar sin ti. No te ha dejado ni un rinconcito.

Él quería, pero no ha podido. Él quería, pero tras tener fuertes discusiones con sus sentimientos, no lo ha conseguido.

Se quiere convencer de que si. Que si. QUE SI. Pero ella, en el fondo, sabe que no. Que no. No lo puede obligar a sentir, y por mucho que ambos quieran, ella ya no forma parte de su vida.

Saldrá el último vuelo, y dirán los altavoces de todo el aeropuerto que tienes que marcharte.

Todos los pasajeros están listos para salir, pónganse los cinturones. Y mientras las lágrimas le caían en su traje de piloto, se puso en marcha, y voló sin ella.

La chica se quedó sentada, mirando a través del cristal, y pensó: ojalá haya comprado billete de ida y vuelta.


...Yo no quiero hablar de ti, no quiero hablar de mi.


Suenan: -Del invierno (Zahara)

-Domingo Astromántico (Zahara y Love of lesbian)


viernes, 4 de noviembre de 2011

La Sagra, la cima del YO.

No pensé que este año fuera a estar tan cargado de cosas que me llenaran como lo están haciendo, pero así es, estoy disfrutando de la carrera como la que más, con especial con una asignatura llamada "Inteligencia Emocional", aquí os dejo con una práctica en la que tenía que contar una situación de mi vida y relacionarla con: Pensar, actuar y sentir.

LA SAGRA, LA CIMA DEL YO.

Me remonto dos primaveras atrás, cuando fui de acampada a la sierra granadina con el grupo scout al que pertenezco. Éramos quince personas de más o menos la misma edad y tres monitores que nos sacaban como mucho cinco años. La meta de esa acampada era alcanzar la cima de La Sagra, que se sitúa a 2383 metros de altitud, el pico más alto de de la cordillera Subbética.

A pesar de ser primavera, el monte estaba cubierto de nieve, aún así, el segundo día de acampada comenzamos la marcha e iniciamos el camino ladera arriba. Los primeros tramos eran relativamente fáciles, ya que caminábamos por una senda sin nieve, era un camino divertido y agradable que no te agotaba demasiado. Llegamos entonces a una explanada desde la que se visualizaba el siguiente tramo que nos esperaba con una pinta no tan amena

. Pendiente muy inclinada y tres cuartas de nieve.

Nuestros monitores, expertos en montañismo, nos enseñaban a andar por la nieve en pendientes tan fuertes, nos decían constantemente: “No os agachéis, andad rectos y con seguridad” Resultaba difícil seguir sus consejos cuando si mirabas al frente tenías más cerca de la cara el suelo que ibas a andar que tus propias rodillas. Aquello estaba realmente inclinado.

Ante esta situación, lo que te salía por instinto era encogerte e ir agachado, ya que ir recto daba más sensación de vértigo. Daba igual, esa era la manera. Ellos lo seguían repitiendo: “Andad con seguridad, clavad los pies en la nieve en cada paso que deis” Esa era la clave, andar con seguridad.

La imagen era curiosa, una fila de quince adolescentes subiendo por la nieve, los agachados éramos los inseguros, los que sobresalían con sus espaldas rectas le habían echado valor y habían asumido que esa era la mejor manera. Y, efectivamente, el secreto era confiar en ti mismo. Solo eso.

Yo, al cambio, seguía agachada, aferrada a la nieve dando pasos de hormiga. Yo sola tenía más miedo que todos ellos juntos. Y ¿Por qué? Pues muy sencillo, yo ya había caído en mi error más habitual, había pensado en todo, en absolutamente todo. Desde mi seguridad física hasta el porqué yo era incapaz de andar recta y de apartar mis miedos.

Pero tanto pensar no fue bueno…

Poco después llegamos a un tramo de roca mojada, sin nieve, y prácticamente en acantilado. Había que escalar el tramo uno a uno con más cuidado que nunca. Yo lo vi y pensé: No soy capaz de subir eso.

Llegó mi turno, me enganché de aquella roca como pude, y eligiendo el peor momento para recordarme todas mis inseguridades, a 2000 metros de altitud, me resbalé. A partir de aquí todo pasó en milésimas de segundo. La mano izquierda de mi monitora salió en mi ayuda, y arriesgando su estabilidad propia en un arranque de valentía, me levantó en peso cuando yo estaba resbalándome y gracias a eso pude recuperar fuerzas y sacarlas de donde no las había para empujarme hacia arriba.

Cuando estaba a salvo me quedé mirando a mi alrededor y vi las caras pálidas de mis amigos, bueno, de casi todos, algunos la tenían oculta con sus propias manos. Yo no dije nada. De hecho, nadie dijo nada hasta pasados unos minutos. Yo me sentía entre afortunada por seguir con todas las partes de mi cuerpo en su sitio e incluso por estar viva, a la vez que enfadada conmigo misma. Si yo no confiaba en mí, ¿Cómo se me ocurrió dejar mi vida en mis manos?

Tuve que tomar una decisión. Me quedaba medio camino por delante y estaba claro que aferrarme al suelo no era la solución así que clavé mis botas sobre la nieve, erguí la espalda y miré hacia el frente. La imagen ahora había cambiado, una fila de quince adolescentes andaban rectos monte arriba con toda seguridad. Parece ser que no fui la única que se dio cuenta de que si queríamos alcanzar la cima, la actitud era otra.

Una hora después, y tras el mayor esfuerzo físico y mental que recuerdo desde hace tiempo, conseguimos llegar. Éramos lo cuartos en el grupo scout que intentábamos subir ese monte y fuimos los primeros en conseguirlo.

El momento en el que mis pies pisaron aquel pico, comenzó una nueva etapa en mi vida, desde entonces los caminos los ando lo mas recta posible, aun que he de confesar que le sigo dando mil vueltas a las cosas, eso sí, ahora intento que mi vida no dependa de ello…

Como conclusión final puedo decir que pensar y reflexionar sobre las cosas está muy bien, pero en cierta medida. Actuar, actúa como creas que es lo mejor, sin renunciar a la espontaneidad, y por último, nunca, y repito NUNCA, te prives de sentir.

domingo, 2 de octubre de 2011

Es tiempo de... dejarse llevar.

Hay un momento en la vida de toda persona en el que se produce El Cambio. Me refiero a esa etapa a la que nos enfrentamos ahora muchos de nosotros. Esa etapa en la que va a cambiar todo. TODO.

Nos hacemos miles de preguntas constantemente, inspiradas en ese futuro tan incierto que tenemos la manía de adivinar. ¿Lo haré bien? ¿Seré capaz? ...todo son retos. Retos planeados. Creo que ese es el error... planear. Demasiadas cosas llevamos ya bajo un guión este año que nos espera, para preparar también como vamos a comportarnos. ¿Donde está entonces la emoción, si ya sabemos que va a pasar? Sería como empezar a ver una película por el final, cuando ya han atrapado al malo o cuando el chico lo ha dejado todo por ella y se besan bajo la lluvia.

Este año, solo quiero aprovechar las oportunidades y coger los trenes que pasen.
Este año, no voy a dejarme obstaculizar mi propio camino.
Este año, no se que mas me va a pasar y eso... eso me ilusiona.

Prometo que voy a hacer todo lo posible por tener agujetas de reírme.
Prometo que los ojos se me achinaran al sonreír, y también prometo que voy a llorar lo que a mi me de la gana. Y que nada, absolutamente NADA se va a quedar preso en mí por miedo.

Lo prometo. Me lo prometo. De verdad.



"No quiero un final feliz, solo quiero serlo, repartir el amor, retrasar el momento de irnos...
Repartir el placer, prolongar el encanto de vernos.. "

martes, 12 de julio de 2011

Pobre Nana, pasará la noche sola.

Hoy, es un día frio. Es verano y hace frio, por algo será. Esta tarde seguro que sale el sol, y pronto volverá a llover, y después otra vez saldrá el sol. Odio la indecisión. Odio mi indecisión.

Soy incapaz de tener las cosas claras alguna vez en mi vida. Envidio a todo aquel que es capaz de pensar con sangre fría y hacer lo que más le conviene. Aquel que no tiene conciencia y por ello vive feliz.

Ojalá pudiera hacer las cosas así, sin ninguna duda, preocupándome al 100% por mí. De mí y de nadie más.

Pero es que esta vez no he podido controlar la situación, esto no lo he provocado yo, pero al cambio depende de mí. Ahora mismo, TODO depende de mí.

Yo no estoy preparada para vivir estas historias de película ¿No veis que soy débil? Esto ya es demasiado, me supera.

+Disculpe ¿Tiene una talla menos? Esta historia me está demasiado grande.

-No, lo siento, es la que le ha tocado, las tallas más pequeñas son para los niños.

+Si yo ya lo dije en su momento, que no quería crecer. Odio las historias para mayores.

lunes, 11 de julio de 2011

Rarezas.

Las vueltas que puede dar la vida. Madre mía. Hay situaciones que nunca jamás puedes pensar que vayan a ocurrir, pero que al final, ocurren. Esos momentos que muchas veces dices con toda la seguridad del mundo: No, no puede pasar. Oye, pues si que puede.

Y es que últimamente tengo los ojos como platos, viendo pasar las cosas y yo en medio, mirando con cara de pasmada, pensando... ¿Enserio?

Y así empieza este extraño verano, repleto de rarezas. Quizá no sea el verano que había planeado, quizá sea el peor verano en mis 18 años de existencia, pero quizás también sea el verano más diferente. El que me ha tocado, y que tengo que llevar con optimismo y por supuesto, ironía de la que me encanta.

Será el momento de pensar en mí y en qué me pasa. Pero es que mira que se ponen las cosas difíciles… que alguien me diga cómo solucionar esto porque yo desde luego estoy siendo incapaz.

Como siempre, más centrada en que sentirás tu que en que siento yo. No sé cómo hacerlo para no hacerte daño. Creo que no existe la manera.

Solo digo que espero no equivocarme, que espero que todo salga bien sin sentirme horriblemente mal conmigo misma. Si no es así…, no me lo quiero ni imaginar.

…Empezar de nuevo a pesar del tiempo vivido.

Suena: Menos que un amor y mas que un amigo > Jarabe de palo

martes, 7 de junio de 2011

Pequeñas victorias que pasaron desapercibidas.

Lo más increíble de todo esto es que yo ya lo sabía. Yo en el fondo lo sabía. Junio no. Junio no iba a ser el mes, no. ¿Por qué? Pues sinceramente… no lo sé. Yo desde luego no lo he elegido así.

He cerrado los ojos, he golpeado, sin parar, sin parar, sin parar, he gritado, he llorado, me he hecho miles de preguntas, esperanzada de que eso solucionara algo. Pues no. Mi sorpresa al volver a abrir los ojos fue que todo seguía igual, y que por mucha rabia contenida que yo tuviera… nada iba a cambiar. Mis tres treses seguían allí, impresos en esa lista de papel que me había llevado al desastre.

Ahora, a día 7 de Junio, tengo que asumir. Asumir y soportar. Soportar escuchar por la calle a la gente hablando de la selectividad, ver como las bibliotecas rebosan de gente con ilusión, de gente que lo ha conseguido.

¿Y qué? Como decía: Asumir. No queda otra. He cambiado mis gafas de FRACASO por unas con cristales de LUCHA. Ahora, las cosas son diferentes. Estar todo el verano lamentándome con “podría haber hecho…” no merece la pena. Miro hacia el frente, veo un reto. Veo un reto que SI o SI voy a conseguir.

Como dicen por ahí “No hay mal que por bien no venga”. Esto me está sirviendo para construirme un poquito más. Para mejorar algún fallo y superar otro. Sí, he dicho SUPERAR. Queridos y escasos (o incluso inexistentes) lectores, HE PEDIDO AYUDA. A todo aquel que me conozca sabrá que esto… esto es un gran paso. Y es que esta vez, era necesario. Por fin me he dado cuenta de que cuando tienes una nube que te nubla la vista, por la que solo ves lluvias y tormentas, necesitas a alguien. Alguien que vea las cosas con objetividad o que simplemente esté ahí.

He de admitir que ha sido crucial pedir ayuda. Desahogarme. Y sobre todo, sentirme protegida. Sentir que está ahí y que no le importa escucharme. Sentir que me comprende y no me juzga. Ha sido IMPRESCINDIBLE.

Y por fin acabo algo que empiezo a escribir después de la última entrada. Todos los intentos anteriores, no salieron adelante. Será porque estaban llenos de pesimismo, y el pesimismo no lleva a ninguna parte. Aún no puedo decir fin, pero si puedo decir POR FIN. Por fin arropada.


"No poder ganar todas las veces y entender que esa es la llave hacia un camino más amable. Y aceptar que no todo es tan fácil y que no siempre los huesos aguantan el peso. RECONSTRUCCIÓN"

lunes, 2 de mayo de 2011

Yo.

He intentado miles de veces sentarme a escribir, pero es que… últimamente es tanto lo que quiero decir, que no sé ni por dónde empezar.

Etapa rara. Muy rara. Estaba ahogada, decepcionada conmigo misma (otra vez) y necesitaba más que nunca MONTE. Más que nunca. No existe sitio en el que me sienta mejor. Respirar, tranquila, sin preocupaciones, simplemente mirando al cielo en una noche estrellada, o cegarte por el sol y estornudar. SIMPLEMENTE.

Pero cuando vuelvo, me encuentro DEPENDENCIA. Que pesado me resulta ser yo de quién dependan. Pero si es que yo no me lo he buscado. Esta vez NO. Sé que me gusta estar al frente, ocuparme de las cosas, aunque a veces olvide ocuparme de mi misma y ese, ese es un gran problema. Pero es que esta vez no, esta vez decidí seguir Su consejo. “Tienes que ser más egoísta”, me dice siempre aquel me conoce incluso mejor que yo misma. Y aún así, veo que las responsabilidades vienen solas.

Hice una acción. Una que sólo a mi me afectaba. Y vi que sin quererlo, llegó hasta el último de la fila pasando antes por cada uno de ellos. ¡Pero bueno! ¡Qué agobio! ¡Independizar vuestras vidas! Estáis haciendo que de mi dependa demasiado. DEMASIADO. Y no os dais cuenta NINGUNO, que yo también me canso, que yo también respiro.

La culpa es mía. Vale, lo acepto. Pero, ¿algún virtuoso me puede decir qué hacer para evitarlo? Estoy un poco perdida, incluso ahogada. Voy a mirar el frente, y como mucho bajaré la cabeza para mirarme a mí. A MÍ. Y caminaré sin preocuparme por una vez de nada más.

Menos mal que está Él. Siempre. Me abre los ojos. Hace que yo misma me aclare sin imponer nunca sus ideas. Se queda hasta el amanecer y habla conmigo. Gracias Fer.

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sábado, 12 de marzo de 2011

Oh capitán, mi capitán.

Días ajetreados. Lluviosos. Pero no malos. Un poco de todo. Reflexivos, quizás. Si, esa es la palabra. Y que mejor escenario para escribir estas cuatro tonterías que lo que se ve a través de mi ventana: Un callejón, la noche, una farola y lluvia. Todas las persianas bajadas, y el humo de alguna chimenea cercana. Muchas veces me pregunto cómo será la vida de los que nos rodean, de los que viven dentro de esas casas cerradas a cal y canto que veo a través del cristal. Odio bajar las persianas cuando llueve, de hecho nunca lo hago. –Se manchan los cristales… Exacto, se manchan, ¿Y qué? No existe mayor ilusión que ver como la gota que has elegido para perseguir con la mirada gana la carrera hasta desaparecer. Pero parece que son mucho más importantes otras cosas. Cosas más importantes que mirar al exterior, que disfrutar del olor a tierra mojada, o incluso a asfalto, y que escuchar las gotas caer una tras otra. Las PERSONAS siguen escondidas en sus casas, esperando a que termine de llover, para salir y seguir su ritmo de vida.

PERSONA. Creo que actualmente sería incapaz de definir esa palabra para que fuera correcta. Los diccionarios la definen como “individuo de la especie humana”, pero los individuos de la especie humana, sienten. Y eso a veces se nos olvida. Peleas. Gritos. Jaleo. Todo eso contraído en nuestras vidas, que es en la que estamos. Aquí. Ahora. En este mismo instante. Por tanto, respira hondo, y limítate a VIVIR. Menos complicaciones, menos parafernalia, menos canibalismo estúpido.

Y aún así, centramos nuestras vidas en discusiones que no llevan a ninguna parte. Y cuando muramos, nada de eso habrá servido. Simplemente, tú ya habrás desperdiciado tu vida. Tu vida como PERSONA.

No digo con esto, que todo aquel que luchó e incluso que murió por el bien de los demás no lo hiciera bien y desperdiciara su vida. Cuando hablo de discusiones, de conflictos, me refiero a pataletas, a gritos con aquellos a los que realmente quieres y no valoras lo suficiente, o simplemente con aquellos con los que tienes que convivir.

¿Por qué desperdiciar tu vida? Cuando sea tarde te darás cuenta de que has estado demasiado ocupado intentando crear la vida perfecta para ti, pero se te ha olvidado vivirla.

Vamos, aún estas a tiempo.

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jueves, 3 de marzo de 2011

Trátame y trátate, como debe de ser.

"Las mejores cualidades de nuestra naturaleza, como la flor de los frutales, sólo pueden preservarse con el tacto más delicado. Sin embargo, no nos tratamos a nosotros mismos ni a los demás con esa ternura” Eso dice Henry David Thoreau en “Walden (la vida en los bosques)”. Tiene mucha razón. Tiene tanta razón, que incluso me asusta. A estas alturas, a ésta edad, todos debemos de estar supuestamente educados. Enseñados. Enseñados a hablar y no gritar. O simplemente a hablar. A secas.

Es mucho mas fácil fingir que no ha pasado nada antes que hablar. ¡Claro que si! Pero después llegan las explosiones. Aquellas donde lo sueltas ABSOLUTAMENTE todo, y salen de tu boca PALABRAS. Palabras encendidas por la rabia. Pero aún así, aún siendo conscientes de esto, mas de uno se acomoda: ..-El tiempo lo cura todo. Pues yo creo que no.

Lo que tengas que decir, dilo. Me cuesta entenderlo. ¿Por qué no habláis las cosas? Quizá me repita pero, ¿Por qué convertir lo fácil en difícil? Últimamente me da la sensación de que todo el mundo lo hace. Será porque lo difícil da más que hablar. Pues entonces no te quejes. Es mucho mejor ver las cosas como son, no hacen falta enredos, solo objetividad de la que mas de uno carece por decisión propia.

Todo está en ti mismo, en nadie más. Las cosas, mas fáciles o más difíciles, irán como y solo quieras que vayan. TODO depende ti, como ver las cosas, como aceptarlas.

Eso sí, cuando hablo de simpleza, no me refiero a la importancia que pueda tener algo. Puedes tener un problema, que en sí, sea complicado. O más fácil, verlo tal y como es. Apartando suposiciones y toda clase de enredo. Pero claro, otra vez, depende de ti.

Sonríe, chico.

“Tres de azúcar en el café, la vida ya es bastante amarga”


martes, 15 de febrero de 2011

Pintura: El Viajero melancólico. Sandro Chio.

Y yo que sé que va a ser de mí de aquí a un año, si ya he perdido la esperanza, la motivación, las ganas… Se ve que lo del karma va a ser cierto.

Que desastre, que mal, que pobre. Una y otra vez. Los perfectos siguen siendo perfectos. Y yo, sigo siendo aquella de siempre. Aquella que intenta agarrar la constancia después de 17 años y no soltarla jamás. Aquella inútil que es incapaz de estar sentada más de dos minutos y que siempre encuentra miles de cosas más importantes que hacer.

Y esto… ¿Tiene solución? -¡Propóntelo enserio y lo conseguirás! Y una mierda. No tengo fuerza de voluntad ni para eso. Engañao.

Y es que ni siquiera lo entiendo yo misma, como puede preocuparme tanto y no hacer nada al respecto, cuando realmente sé que está en mis manos.

Esfuerzo. Esa palabra no está en mi vocabulario.

He renunciado a cosas. Como gesto, está bien. Ahora hay que aprovecharlo.

Y los miro, a ellos. Y cada vez me doy más cuenta de que no quiero que mi futuro sea igual. No quiero. No puedo. Lo dejaría todo. Lo sé.

Que absurdo me resulta obstaculizar mi propio camino. Que absurda me resulto.





-“Estás espesa”… -No lo sabes tú bien.


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martes, 1 de febrero de 2011

Imperfecciones.


Apunto de estallar.

Una cuenta atrás, que segundo a segundo, me acercaba un poco más al desastre, a la explosión. Una cuenta atrás, que segundo a segundo, me acercaba simplemente a gritar, o lo que es peor, a hablar. A decir miles de cosas de las cuáles (podría decir con certeza) me arrepentiría. Pero el temporizador se paró cuando solo quedaba un segundo. Se paró en seco. Y ahí, pensé. No era culpa suya, solo era la gota que colmaba el vaso. Ese vaso, que ya hace tiempo que mantenía entre algodones para que no se derramase y no se hiciera con sus aguas un océano infinito, cubierto de gente con rabia y situaciones incómodas.

Pero como decía, no tenía que pagar todo con ellos. No todo. Pero aquí no se salva NADIE.

Ese enfado general. Lo sé, no debo comparar, de hecho, no lo hacía, pero las cosas son demasiado diferentes. Antes, eran uno más, ahora, incluso sin querer (o eso espero) han creado un muro. Y eso, realmente no es lo que me molesta, ya que cualquiera sería capaz de definirlo con una sola palabra: INEXPERIENCIA. Y yo, lo entiendo, pero coño, acéptalo y se mas humilde.
Yo, he trabajo, me he esforzado. ¿Para qué? Pues para nada, parece ser.
Y exige algo de mérito. ¡NUNCA!. Seamos realistas, enseguida resaltaría la etiqueta que llevas colgada del cuello, la etiqueta que te tacha de egocéntrico. De protagonista. Que equivocados estáis.

Pero yo, que me conozco casi mejor que nadie, me voy a ahorrar el tomar medidas drásticas que se que nunca llegaría a cumplir, asique iré directamente a lo práctico. Seguiré trabajando como nadie, que es para lo que sirvo, y sin tener que demostrar nada a nadie, ya se notará quién soy.
Ya se notará QUIÉNES SOMOS.

Hoy, os dedico: Canción de amor propio. -> Ismael Serrano. http://www.youtube.com/watch?v=CO96s-aJr3Y

lunes, 3 de enero de 2011

Terapias mal llevadas sin nadie que mediara por dos histéricos. (1999, LOL)


Y con sentarnos frente a frente lo habríamos solucionado. Ese miedo que nos paraliza nos lo impidió. Y yo, cegada ante todo me creí madura e incomprendida, cuando la primera niña era yo. No es justo. No fui justa. ¿Y ahora qué? Ahora nada.

Por vergüenza, dejé de ser. Me creí sentir fuerte, cuando realmente no lo era. Me disfracé de adulta. Pero yo era la más insegura del mundo. De nuestro mundo. Y te culpo a ti, siempre, todos los días desde entonces, sabiendo que en el fondo la culpa es totalmente compartida. No supe luchar. Pero es que tú tampoco supiste. Y eres tú. Lo peor de todo, es que se que eres tú. Tú y no otro. Solo tú.

Y me ahogué en la opinión, en la opinión que nadie decía y que muchos pensaban, y yo, yo lo sabía, y no lo pude pasar por alto. Lo siento, no pude.

Acércate a mí y pregúntame. Háblame como nunca lo hiciste, y te contestaré como siempre intenté hacer. Y, ¿por qué no te quedaste aquel día? Eso me dijo tanto… me dijo demasiado. Quizás lo suficiente. Yo intenté rectificar pero no me dejaste. Y después, después te esperé. Aún así, te esperé, estuve allí, por ti, pero tu no.
Y el tiempo ha pasado desde mi error. El año ha pasado y yo sigo aquí, en la misma página de un libro que hace tiempo dejó de cobrar sentido. Y yo, empeñada en recuperar hasta la última línea de aquel capítulo que ya acabó.

Pero… ¡Quien me ha visto y quién me ve! … la dueña de lo real, de lo práctico, de lo lógico…. Está bien, me aplico el cuento.

Esta vez, me lo digo yo.




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