Miraba hacia arriba pensando en que pronto se acercaría la próxima muerte. Que mal me sentía conmigo misma. Intentaba impedir que ocurrieran aquellos asesinatos, pero es muy difícil luchar contra uno mismo.
Intentaba obligarme a dejar de matar, pero era imposible. Otra vez había vuelto a ocurrir. Mi sentimiento de culpabilidad aumentaba más aún, pero a la vez me dirigía a cometer mi siguiente crimen.
Yo sabía que después vendría otro, y otro, y otro. Había días que podía llegar a alcanzar los veinticuatro asesinatos.
Y allí seguía, sentada en aquella silla de madera con cara de pocos amigos. Hoy iba a ser uno de esos días catastróficos.
Me propuse superarme, hoy no iba a hacerlo. Me levanté decidida y me senté en el escritorio, libros y apuntes enfrente. Al poco tiempo, mi mente no fue capaz de aguantar y volví a ejecutar a otra víctima más.
De repente, el reloj me gritó: Deja ya de matar el tiempo, ya son demasiadas horas muertas.
(Práctica de Lengua, 1º Comunicación Audiovisual> Escribir un texto narrativo con el siguiente tema: Asesinato)