Y yo que sé que va a ser de mí de aquí a un año, si ya he perdido la esperanza, la motivación, las ganas… Se ve que lo del karma va a ser cierto.
Que desastre, que mal, que pobre. Una y otra vez. Los perfectos siguen siendo perfectos. Y yo, sigo siendo aquella de siempre. Aquella que intenta agarrar la constancia después de 17 años y no soltarla jamás. Aquella inútil que es incapaz de estar sentada más de dos minutos y que siempre encuentra miles de cosas más importantes que hacer.
Y esto… ¿Tiene solución? -¡Propóntelo enserio y lo conseguirás! Y una mierda. No tengo fuerza de voluntad ni para eso. Engañao.
Y es que ni siquiera lo entiendo yo misma, como puede preocuparme tanto y no hacer nada al respecto, cuando realmente sé que está en mis manos.
Esfuerzo. Esa palabra no está en mi vocabulario.
He renunciado a cosas. Como gesto, está bien. Ahora hay que aprovecharlo.
Y los miro, a ellos. Y cada vez me doy más cuenta de que no quiero que mi futuro sea igual. No quiero. No puedo. Lo dejaría todo. Lo sé.
Que absurdo me resulta obstaculizar mi propio camino. Que absurda me resulto.
-“Estás espesa”… -No lo sabes tú bien.
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