Promesas. Promesas olvidadas fácilmente. Encontré lo que me ayuda a cumplirlas. Lo que me compromete conmigo misma, y aún así… Es tan difícil. ¿No soy capaz de superarme? Resulta triste la comodidad. Que fácil cambiar las cosas que te resultan tan sencillas. Pero, ¿Dónde quedan las complicadas? Pienso en ellas, pero solo pienso. No las consigo cambiar. Veo el momento de rectificarlas y no lo hago… ¿Por qué? Quizá sea por apatía, o por hedonismo puro. No estoy segura. Lo que si se es que cuando parece que estoy cambiando, vuelvo a mi yo de antes.
Constancia. Me resulta tan difícil. Demasiado esfuerzo. Escribo, pienso, me arrepiento, pero no cambio. Y lo intento, o por lo menos de eso me convenzo. Aun así, sigo sentada, mirando cómo pasan las oportunidades, que por mi falta de constancia estoy dejando pasar. Toda la vida viviendo de la ley del mínimo esfuerzo, y ahora, intentar hacer las cosas bien es más complicado de lo que pensaba. Y sigo aquí, viendo correr el tiempo, viendo como las horas caen, y mis brazos siguen cruzados, sin moverse. Inútiles. Indiferentes a cualquier situación.
¿Dónde queda la constancia que algún día me prometí?
